¿Es Valladolid una ciudad sostenible a la hora de hablar de cómo se desplazan y se mueven sus ciudadanos? Los datos responden con un 'sí' contundente: más del 50% de los vallisoletanos van a pie para hacer todo tipo de gestiones. Y esta mayoría de peatones constituye una gran fortaleza en un plan de movilidad urbano equilibrado.
Aún así, hay también mucha gente que utiliza el coche para desplazarse, bien por necesidad, bien por costumbre, y este grupo es el que tiene más potencial de cambio. Precisamente, influir en los hábitos y comportamientos a la hora de elegir un modo de transporte u otro, es uno de los objetivos de PE4trans, que ha celebrado esta semana en la Agencia de Innovación y Desarrollo del Ayuntamiento de Valladolid su cuarta reunión internacional, con socios de Polonia, Alemania, UK y Grecia. Este proyecto europeo se centra en la movilidad urbana y se basa en la participación ciudadana.
Es otra de las fortalezas de la gestión pública: «Poner al usuario ante la capacidad de toma de decisiones a la hora de planificar y pensar en medidas de transporte sostenible», explica Roberto Riol, jefe del Centro de Movilidad Urbana de Valladolid. «Es lo mejor de este proyecto junto con el trabajo de equipo que se está llevando a cabo porque, a menudo, los profesionales y expertos tienen una visión más cerrada y fija de las cosas, y, de este modo se abren los ojos a nuevas alternativas».
En PE4trans, es el ciudadano el que pone los 'pros' y los 'contras' en el ámbito del transporte, mirando al futuro de un Valladolid sostenible. Hasta ahora ya se han celebrado tres paneles participativos para que la visión ciudadana pueda introducirse en la planificación pública y en el fomento de modos más sostenibles y menos contaminantes.
Una de las claves del proyecto es entender el comportamiento del ciudadano. Antes de influir en los hábitos hay que conocer bien el perfil del usuario, explica Maite Ferrando, del grupo de expertos de PE4trans, y es muy importante «hacer pensar al ciudadano; que sea consciente de sus costumbres, es básico», porque muchas de nuestras acciones y reacciones más simples son automáticas. Por otra parte, cualquier programa que se emprenda debe enfocarse a largo plazo y las medidas que se apliquen deben durar como mínimo seis meses para que se obtenga algún resultado.
Esto es sin duda una carrera de fondo para cualquier ciudad que quiera ser más limpia y sostenible, como muestran algunos casos de éxito que avanzan al ritmo de los pedales de bicicletas de alumnos de primaria y secundaria. El Instituto Antonio Tovar, de Valladolid, forma parte del proyecto europeo Stars que fomenta el uso de la bici entre escolares. Londres a la cabeza, 13 socios y 9 países, entre ellos España, están en ello para contrarrestar los efectos del uso del coche y hacer que los estudiantes sean embajadores y promotores del uso de la bici. El centro educativo organiza una semana de la movilidad llena de actividades 'en dos ruedas' y una ruta cicloturista al año que reúne a padres, jóvenes y profesores en primavera.
Además de buenas prácticas como ésta, este encuentro comparte la inquietud común de hacer más fácil la vida en sus ciudades.
(Artículo publicado en El Norte de Castilla el 23 de febrero de 2020 en las páginas de Economia en la sección 'Innovación y Desarrollo Económico en Valladolid', elaborada por la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Valladolid)